Todas las parejas pasan por momentos de crisis, sin embargo, la forma de afrontar y superar estas crisis va a determinar la futura relación de ambos. La manera en la que cada miembro de la pareja afronta las distintas dificultades dependerá de diferentes factores como: el tipo de problema (comunicación, sexualidad, …), las características de cada uno o de la propia relación (tiempo de convivencia, vínculo familiar, …).
Este modelo de terapia ayuda a las parejas que están pasando por una crisis a solucionar los distintos conflictos que presenta, para que vuelvan a encontrar armonía y felicidad en la relación, junto a su pareja.
Muchas personas se separan por acudir a una terapia de pareja. Cuando hay amor en una relación hay muchas posibilidades de salvarla por difícil que eso parezca. Para eso es necesario restablecer una comunicación sana y redescubrir lo que les une. No hemos de pensar que va a ser un proceso largo y difícil sino una oportunidad de reencontrarnos y volver a experimentar esos sentimientos que les unieron en los comienzos.
¿Cuándo acudir a terapia de pareja? Lo más pronto posible, desde el momento en que empiezan a detectarse los problemas. Cuanto menos se deteriore la relación más fácil será poder arreglar la situación.
La duración de cualquier terapia depende del problema que se presente. Hay que tener en cuenta que la terapia la hacen los pacientes y cada caso es único por lo tanto no se puede determinar un número de sesiones. A veces basta con un par de sesiones de orientación y otras veces es necesaria una terapia más profunda. Las sesiones se suelen desarrollar con entrevistas individuales y conjuntas, duran alrededor de una hora.
En la primera cita acuden los dos, hay casos que por diferentes motivos, acuden sólo un miembro de la pareja. Si uno de los dos no quiere realzar la terapia, es un error intentar convencerle, u obligarle, se le puede plantear que acuda el primer día para obtener información, y que después pueda tomar una decisión. Pero si no existe motivación, no se puede forzar.
En los casos en lo que acude solo uno, se intenta conocer el motivo por el cual el otro no ha acudido, y evaluar la posibilidad de que pueda acudir, pero en muchos casos la decisión está tomada y lógicamente hay que respetarla. Que el otro no quiera hacer terapia de pareja no significa necesariamente que no quiera resolver los problemas que pueden tener, puede significar que no quiera utilizar este recurso, por los motivos que sean. En los casos en los que viene solo uno, el proceso terapéutico que se sigue es diferente al de una terapia de pareja, realizando una intervención de carácter individual.
Si se decide iniciar una terapia de pareja el proceso sería diferente, en las primeras sesiones se les cita a los dos por separado, con el in de que puedan aportar cada uno su versión tanto del otro como de la relación. Las sesiones posteriores se realizarán conjuntamente, se deja muy claro que una vez iniciado el proceso deben dejar todo atrás y empezar sin rencores. El objetivo último de la terapia es dotarles de herramientas que les sirvan para resolver los conflictos actuales y futuros.